Qué duele de la discapacidad visual

Carta a redacción.

Qué duele de la discapacidad visual? 

No es la condición en sí,  sino el cúmulo  de sensaciones, sentimientos y emociones que genera. 

A mi me duele no poder ver el horizonte, el mar, la tormenta, las nubes, los campos verdes, los árboles en el otoño, la neblina. 

Me duele no ver los colores, las formas, un delicioso pastel de chocolate, un racimo de frutas, a los niños jugando en el parque, el arcoíris, las banderas ondeando al viento. 

Me duele no ver a mis perros, los pájaros, las hormigas, los delfines, los peces, los felinos .

me duele no ver a mi gente, a aquellos que se perdieron en el tiempo y que tanto quise, a aquellos que siguen conmigo pero que irán creciendo y ya no me tocará saber cómo se ven de viejos. 

Me duelen mis amigos, los que dejaron de serlo. Los que no comprendieron mi condición y a los que ya les parezco aburrida. 

Me duelen todos aquellos que se alejaron de mí porque les molesta que necesite apoyo para algunas cosas, que no pueda caminar con la misma rapidez  que ellos, que no pueda reír por las mismas cosas que ellos ven y que inevitablemente según su parecer ya no pertenezco a su mundo.

Me duele tener que pedir apoyo y compañía para realizar ciertas actividades y recibir un no puedo por respuesta. Desgraciadamente aunque queramos no somos del todo independientes y hay cosas sumamente visuales con las que no podemos. 

Me duele haber perdido mi empleo y que a partir de mi condición, las empresas no confíen en mí. Muchos creen que una persona con discapacidad visual es un peligro y no quieren correr el riesgo de contratarnos. 

Me duele no poder salir a comer, pasear o viajar con la frecuencia que antes lo hacía porque mis ingresos económicos no me lo permiten. 

Me duele que no nos tomen en serio como pareja, porque muchas personas creen que una persona con discapacidad visual no puede ser una buena pareja y ni pensar siquiera en salir con ella a algún lugar público y ya no digamos casarse.

Me duele que nos segreguen, pensando que los ciegos debemos convivir solamente con ciegos, ir a escuelas solamente para ciegos, salir solo en grupos de ciegos y hacer cosas que sólo hacen los ciegos. 

Me duele que nos critiquen y nos violenten por purita ignorancia, sin tomarse siquiera el tiempo de preguntar sus dudas para entendernos mejor. 

Me duele que nos midan a todos con la misma vara y que digan que todos los ciegos somos iguales. Que digan que somos retraídos, amargados, egoístas y estafadores. 

Me duele tener que exponerme al peligro de la ciudades que no son inclusivas  y no están hechas para que podamos caminar de manera libre y segura. 

Me duele que nos llamen personas especiales, angelitos, incapacitados, inválidos o minusválidos. Finalmente me duele que nos tengan lástima. Que nos hablen, hagan favores, nos inviten o dediquen algo de tiempo sólo por lástima. 

Éste puede ser el sentir de muchas personas ciegas y con discapacidad visual. No todos nos encontramos en el mismo proceso, todos tenemos altibajos, momentos obscuros y dolorosos y situaciones de las que no conseguimos salir. 

Nadie nos preparó para esta condición, nadie puede decir si es fácil o difícil porque todos lo viven de manera diferente. 

Por eso insistimos tanto con la empatía y la educación, para que poco a poco cada vez más gente entienda lo que estamos viviendo. 

Sé que las personas que pueden ver no son completamente conscientes y es entendible, porque no lo están viviendo y solamente quienes lo viven pueden saber de lo que hablamos; sin embargo como lo he dicho muchas veces si pueden ayudarnos a que este mundo sea más accesible y más llevadero. 

Nadie está exento de convivir con una discapacidad, la condición de discapacidad también puede adquirirse por una enfermedad o un accidente. 

Sé amable, sé respetuoso, sé solidario, sé compasivo, sé tolerante. 

Hoy por mí, mañana por ti. 

Hoy por nosotros, mañana por ustedes.

Escrito por:

Aída Marcela Vázquez García

 

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