Ser radioaficionado

Cuando las radios dejaron de sonar
Recuerdo ese día como si hubiese sido ayer… entré a la casa de mis padres y las radios no estaban sonando, rápidamente fui al dormitorio y allí estaba mi mamá, tomándole la mano a mi papá, en silencioso sollozo, que mirándome a la cara me dice "… se fue… el viejo se fue…"
No se bien qué edad tenía cuando estaba parado en un techo afirmando un alambre y del otro lado mi padre pidiéndome que caminara para alejarme del mástil, que con esa antena iba a poder conversar con todo el mundo.
A ese evento le siguió una lluvia de momentos en que estaba: afirmando un tubo, amarrando un alambre, apretando una tuerca, escuchando con una radio portátil, subiendo y bajando del techo, llendo a San Diego a comprar "componentes electrónicos" para fabricar y/o reparar alguna cosilla que tuviera relación con las radios.
En lo personal, esto me hizo tener una niñez y una preadolescencia bastante entretenida, entre las idas a San Diego, Persa Bio Bio y al edificio raro de calle Nataniel donde habían más "genios locos" que hacían lo mismo.
Mientras yo disfrutaba de esto, mi madre sufría… si sufría… cada vez que comenzaban con el "QRU y el QAP" entre el chicharreo y las voces metalizadas, mi madre trataba de oír la televisión o escuchar algún radio teatro en la noche… cosa que era más compleja ya que justo cuando el Doctor Mortis iba a dar su estocada, salía por los parlantes "sin tráfico y acompaño" … eso a mi madre la hacía enojarse más todavía.
Mi padre decía que no necesitaba salir para juntarse con sus amigos… nombres raros… "Charly", "Eco", "Grilla", "Condensador" … o estaban armando algo, jugando al bachillerato o buscando nombres de fantasía… a mi me gustaba cuando mi padre "cambiaba de frecuencia" y conversaba con un señor que se hacía llamar "Pelícano".
Mi juventud la pasé entre Santiago y mi pueblo, ya que estaba estudiando en la capital… un campirano debía estudiar allá para tener algún futuro… la FAO me abrió sus puertas y allí saqué mi título.
Cada vez que estaba de vuelta en casa siempre era lo mismo "¡Esas radios puedes ponerlas más despacio por favor?" decía mi madre desde la cocina mientras el giraba perillas y ajustaba antenas para escuchar y hablar mejor según él.
Nunca comprendí lo que hacía, nunca comprendí su afición, pero él era feliz… cada vez que hablaba con alguien me llevaba a un mapa y me decía "de aquí está hablando este weón"…
Ese día la casa por fin estuvo en silencio… ya no hubo más chicharreos… ya no hubo más ruido ni nada… pasaron los días y un señor llamó por teléfono pidiendo si podíamos prender la radio en una "frecuencia"… nos dio 7.095… allí hablaron de mi padre… hablaron cosas que yo nunca supe… habló gente que había recibido su ayuda y al final dijeron algo y comenzó a sonar un zumbido en el parlante… "portadoras al aire"?... creo que eso fue… esa fue la última vez que se escuchó el chicharreo en la casa de mis padres… el silencio por fin llegó a casa… cuando las radios dejaron de sonar…
Si te gustó y quieres compartirlo puedes hacerlo mencionando mi pseudónimo como autor.  Parece que entre nosotros es más lo que compartimos que lo que nos separa... esta fue La Nota Verde... Soy Juan Carlos Bodoque...

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